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La masajista y mi ansiedad - I

La masajista y mi ansiedad - I La masajista y mi ansiedad - I

Acudí a la cita acordada por teléfono. Era un centro de terapia de masajes y fisioterapia, con instalaciones adecuadas para tratamientos de rehabilitación, sauna, quiromasaje y otras técnicas de relajación oriental, tan de moda por esos años en la gran ciudad. Vamos.... que era un sitio serio y recomendado por la guías al uso.
Por aquellas fechas andaba yo con un estado nervioso al borde de una crisis de ansiedad, lo cual producía un incremento en mis ansias asesinas y la víctima propiciatoria era uno de mis jefes, un auténtico cabronazo con pintas.
La recepcionista tomó nota de mis datos, haciendo la correspondiente ficha para freírte a publicidad mediante correos. Todo estaba perfecto. A los dos minutos apareció una joven con camiseta y pantalón blancos, el uniforme de los masajistas en los balnearios. Me invitó a acompañarla hasta la cabina de masaje. Una vez dentro dijo "Desnúdese y túmbese en la camilla". Dejé la ropa en un perchero y desnudo me tumbé boca abajo. Hizo intento de ponerme una toalla encima, "No, por favor, tengo calor", "Bueno, lo normal es que el cliente quiera estar tapado, más que nada por pudor", "No se preocupe, yo no tengo ese falso pudor, a fin de cuentas estoy desnudo y Vd. me está viendo". La joven sonrió y asintió con la cabeza. Aparentaba unos 25 años, de mi estatura más o menos y con bonita figura. Se puso crema para masaje en las manos y empezó a calentar la zona de la espalda, hombros y glúteos. Era rápida y conocía su oficio. Después comenzó con la típica isquemia para llevar la sangre hacia arriba, al corazón. Me gustaba su tacto, su forma de masajear los músculos. Toda era perfecto hasta que le tocó el turno a las piernas. Cuando pasaba sus manos por el interior de los muslos siempre rozaba mis testículos. Los tenía que ver al estar con las piernas separadas y calculaba justo hasta el escroto, rozando con suavidad y deteniéndose. Mi pene acusó ese roce y note como incrementaba su tamaño. Ella lo vio salir por debajo del escroto. En la isquemia final de las piernas lo rozó y el pene lo acusó más. Parecía no tener ganas de terminar de masajear mis muslos y mis glúteos. Se recreaba en ellos. Al finalizar, pasados dos minutos me dijo "Póngase boca arriba, ahora toca por delante".
Al darme la vuelta nos miramos. Su boca dibujaba una sonrisa. Posó su mirada sobre mi sexo. Éste mostraba una cierta erección. Tenía un rostro bastante agraciado pero de expresión un poco dura y ojos tristes. A pesar de su juventud causaba la sensación de una persona con experiencias fuertemente vividas, experiencias no muy agradables.
Comenzó a masajear los pies, las piernas y muslos. Levantaba mi pierna derecha doblándola y apoyando mi rodilla sobre su torso, para así poder masajear la zona interior del muslo. Siguió con sus roces en los testículos. Con el movimiento de sus manos y dedos mi sexo bailaba de un lado a otro y la excitación se hacía visible. Pasó a la otra pierna y el juego fue el mismo. Observé su rostro, estaba sudorosa y excitada de ver mi erección. Pensé que eyacularía en cualquier momento, tal era mi excitación y el estado de mi pene que me dolía, notaba esa erección extrema que se hace insoportable. Sentí deseos de tocarla. Como adivinando mis pensamientos me pidió permiso para quitarse la camiseta, tenía demasiado calor, dijo. “Por supuesto que si, no me importa en absoluto”, respondí. Fue hacia la puerta de la cabina y bloqueo el cerrojo. Rápidamente se quitó la prenda de arriba mostrando un bonito torso y unos pechos de tamaño medio, tersos y firmes, con unos pezones salientes debido a su excitación. Continuó masajeando mi muslo izquierdo. Acerqué mi mano a su trasero: “¿Puedo tocarte?, “Si”, respondió. Cambió de postura acercando más su cuerpo a mi mano. Tenía un culo de formas bonitas, duro y apetecible, metí la mano por la cintura del pantalón y lo baje hasta poder ver parte de sus glúteos. Seguí tocando, acariciando suavemente y deslizando mi mano hacia su pubis. Rocé su vello púbico y eso le excito mucho, poniendo un gesto de placer y gimiendo.
Ella continuaba con la zona del muslo, rozando mi escroto insistentemente, hasta que una de sus manos agarro mis testículos y los acarició de forma muy suave. Con la otra mano masajeó mi pecho y el abdomen parándose en el vello de mi sexo y rozando el pene. Estábamos creando un clima muy especial, de mucha complicidad y deseo. Ignoraba como terminaría la sesión de masaje, pero mi estado semejaba a una especie de éxtasis, un carrusel de sentimientos entremezclados y algo muy especial hacia la joven que me impedía poseerla, como no queriendo romper el hechizo del momento. No dejé de mirar su rostro, apreciando el mínimo cambio, la mínima expresión de sus ojos. Ella pasaba su mirada de mi sexo a mis ojos, como no queriendo perder detalle de mi posible eyaculación. Nos miramos y sonreímos. Mantuvo mi mirada unos minutos cambiando su expresión. Era como si nuestras mentes quisieran penetrarse, fundirse en un solo deseo y goce.
Dejó de masajear mi torso y acarició suavemente mi pene sin dejar de manipular los testículos. Al mirarme vio mi gesto de placer. Comenzó a frotar, era agradable, “Quiero correrme contigo” dijo, “Quiero ver salir el semen de tu polla, avísame”, “De acuerdo” contesté. Aprisionó parte de mi mano entre el borde de la camilla y su clítoris con un movimiento lento y excitante, observando mis ojos y mi polla. Su mirada era fuerte, intensa, no quería perder detalle del momento y disfrutaba de la situación. Mientras frotaba mi pene con suavidad pero con firmeza pensé en las posibilidades de coincidir de nuevo con la misma masajista.
Llegué al límite, ella lo observó, no podía aguantar más, intuía un orgasmo largo, intenso........ “¡ya!”, dije. Ella aceleró su movimiento púbico....... mi polla soltó el semen y ella gimió y gimió corriéndose varias veces mientras seguía frotando lentamente mi sexo. El orgasmo no terminaba, se hacía lento y placentero. Continuó frotando y acariciándolo, cada vez mas despacio, mientras la erección seguía, hasta que el pene se mostró fláccido. Limpió mi abdomen de semen y con otra toallita húmeda agarró mi polla y sacó los restos de semen, limpio el sexo y se quedó mirándome fijamente, con una sonrisa en los labios.
Mientras me vestía pregunté si era posible coincidir otra vez para una sesión de masaje. “Bueno, a mi también me gustaría, pero puede que ese día libre y no coincidamos, mejor te daré mi teléfono y quedamos seguro”. “De acuerdo”, contesté. Quedé en llamarla a principios de la siguiente semana, deseaba verla de nuevo. Salimos de la cabina despidiéndonos con un beso. La sesión resultó de gran terapia para mi ansiedad y confiaba en que siguieran más ..........

7 comentarios

arturo -

yo soy paramédico y he tenido las más excitantes experiencias examinando a pacientes varones, a quienes voy desnudando gradualmente.
El hombre siempre es muy caliente y no opone resistencia el hecho de que otro hombre lo masturbe, en la medida que uno lo haga bien y sin exponer su masculinidad.

Anónimo -

pues bien, yo siempre me desnudo y me pongo la toalla cubriendome. Tengo mucho cuidado porque varias veces me ha comentado lo desagradable de que la gente piense en las masajistas como putas. Bueno el caso es que durante los meses hemos ganado en intimidad, he ganado yo sobre todo, y cuando masajea cerca de la toalla la dejo caer delicadamente al principio iba bajando cada vez mas las manos hasta que ya me masajeaba los gluteos con entera libertad. Hasta empezo a hacer comentarios del tipo que culo tan bonito, que me pierdo o que rico, que suerte quien lo pillara. Yo me reia con nerviosismo y mi polla se ponia tan dura que descansaba en la camilla mas de la cuenta para que no se notase. En la cita de hace dos meses me recibio con coloretes en la cara como si tuviese calor. Todo fue normal hasta que llego a mi culo empezo a masajearlo con fuerza y acercaba tanto la cara que podia notar su aliento.

Anónimo -

Notaba como empezo a frotar su entrepierna descaradamente con mi talon. Notaba sus pechos duros como piedras frotandose con mis piernas. Yo no queria ni moverme y me dijo, date la vuelta que hoy por llevar seis meses te voy a dar un premio, pero no te acostumbres, ¿eh?.
Me di la vuelta y ella solo miraba mi polla a punto de explotar, al principio con asombro, luego con lujuria y una sonrisita que no olvidare nunca.
-Vaya esto si que es un honor dijo mientras me miraba a los ojos.
Cogio el aceite de almendras y empezó a hacerme una paja maravillosa sin dejar de mirar mi glande, y me dijo, aqui viene porque me acordado de esto,
-Me encanta ver salir tu semen
Cuando termine esa corrida eterna ella me limpio todo con una toallita y luego me cubrio y me dijo,
-Anda descansa que mira como me has puesto- y me puso la mano en sus bragas que estaban empapadas.
Al salir me dio un beso en la boca y me advirtio,
-No te creas que todos los dias son fiesta, ¿eh?

Anónimo -

Por una dolencia de espalda voy a ver a una fisio desde hace meses. Es amiga de hace tiempo esta buenisima unas tetas grandes y duras y un culo igual, es muy alta y fuerte y con una cara muy interesante con mucha vida y pelo corto a lo garcon, siempre sonriendo con una boca perfecta...

jose -

Me ha gustado,con vuestro permiso me recuerda a lo que me viene pasando desde hace tiempo:

alfredo -

Ansiedad -

Interesante, curioso, ameno, motivador, atrayente, distinto.. Son algunos de los adjetivos comunes a la ansiedad, a vos y a su relato.. De nuevo, una amiga.