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La visita urgente

La visita urgente Me llamó asustada por los problemas con su pareja. Nos conocíamos solo por teléfono; un programa radiofónico para noctámbulos con problemas fue nuestro punto de contacto. A través de nuestras conversaciones supe de su calvario matrimonial, pero fuí consciente de su desequilibrio emocional. Era una persona insegura, insatisfecha y llena de dudas. Aquel sábado no pensé salir de casa, por lo cual ella estaba dispuesta a presentarse para hablar en directo sobre sus neuras.

Llamaron a la puerta y me encontraba en la ducha. Me puse el albornoz y abrí. Laura me miró con sus ojos grandes, con curiosidad. Era una mujer de mi estatura, bien proporcionada, de unos 29 años, cabello moreno y con cara de asustada, de sorprendida. Nos besamos y empezó a hablar muy nerviosa, contando su pelea de la noche anterior. En ningún momento dejó de hablar, siguiéndome por la casa. Volví a la ducha, me quité el albornoz y Laura, apoyada en la pared del cuarto de baño, no dejaba de mirarme mientras me duché. No me puse el albornoz y caminé escuchándole hacia el dormitorio. En un momento todo fue visto y no visto; se abalanzó sobre mí, me abrazó y comenzó a besar mi cuerpo. Agarró mi sexo y lo miró. Aluciné ante semejante reacción, pero permanecí pasivo dejando hacer a la visitante inesperada. Me tocó por todas partes, pero el sexo mantenía su atención. Comencé a excitarme y sus ojos se abrieron con cara de sorpresa. Sentí la sensación de ser casi violado, manipulado. Laura comenzó a frotar mi polla. Le dije que se desnudara. Su cuerpo era muy atractivo, con grandes pechos, tersos. Un culo perfecto y unas piernas largas, Su sexo con abundante vello negro, muy negro. me senté en la cama invitando a Laura a chupar mi pene. Así lo hizo, gimiendo y mirándome de vez en cuando. Después, casi al borde del orgasmo metió mi polla entre sus grandes pechos y el semen salió con fuerza. Mientras me limpiaba, ella se tumbó de espaldas. Deseaba enseñarme la herida de su ano. Él la tomaba así, a la fuerza, causándole un fuerte dolor ese tipo de práctica sexual. Observé su herida y metí mis dedos en su vagina. Se volvió pidiéndome que la follara. Al ver mi polla casi fláccida comenzó a chuparla de nuevo. Me puse un preservativo, levanté sus piernas e introduje el miembro en su vagina. Entró fuerte y ella lanzó un suspiro de alivio. Estaba como en trance mientras la follé acariciando sus pechos, besándola. El orgasmo tardaba en llegar y follamos lentamente, recreándonos. Nos corrimos a la vez. Ella lanzó un grito de placer al sentir mis gemidos y noté la presión de su sexo sobre el mio. Era una mujer chocante, rara y con muchos problemas. Pensé que la cosa se repetiría esa misma mañana, pero mi sorpresa fue grande al incorporarse repentinamente y comenzar a vestirse. No quiso ducharse, tenía prisa y estaba nerviosa. Sabía que había traicionado a su marido y eso le desquiciaba. Quedé atónito ante su reacción. Me besó, me agradeció el haber satisfecho su deseo y se despidió sin más. Solo falto que me pagara los servicios prestados.

Dos días después sono el teléfono. Era ella. Me contó su presentimiento: su marido estaba vigilandola y ella no quería problemas, pidiéndome que la olvidara para siempre. Olvidarla, lo que se dice olvidarla....no creo que lo consiga, por lo raro del acontecimiento, pero una cosa si es cierta: no la echo de menos para nada. No me gustan las personas tan problemáticas, pero la experiencia fue interesante y el polvo con mamada incluida....gratificante.

1 comentario

Piel -

Fuga incluso de si misma, buscar lo que no se encuentra y el sexo como arma bang, bang..un disparo y las ilusiones muertas...

Coincido las personas complicadas me asustan...

Besos en tu aullido, en tu entrega.